Sabes, me convenzo todos los días de que no me amas, quiero pensar que lo que siento por ti no es real, pero extraño hasta cuándo te echas pedos, cuando roncas levemente, porque yo estaba despierto, a veces fingía dormir en las noches...
Me gustaba mirarte dormir en la madrugada, eras inocente en ese momento, yo, por algunos minutos acariciaba tus manos que siempre fueron hermosas, pasaba por tus brazos y hombros que eran exquisitos, uno que otro beso en la punta de tu hombro, buscaba tú cintura, esa curvatura que se hace entre tus costillas y tu cadera me mato siempre, me puso loco de deseo, desde la primera vez qué te vi desnuda casi mancho mi ropa interior, y tu ombligo mientras dormías quería hacerlo mío con las manos, pero no me atrevía a realmente tocarlo, te movías un poco si lo intentaba, no, no, no debías despertar, mejor buscaba tus nalgas preciosas y redondas, entreabiertas y tibias, apenas cubiertas por tu tanga, esas las podía acariciar tantas veces como yo quisiera porque con ellas nunca despertabas, antes de eso debía calentar mis manos porque el frío si que te despertaba...
Me acercaba a verte,mientras acariciaba tus nalgas, miraba tus ojos cerrados e imaginaba tus pupilas abiertas, pupilas de color café bonito, con calma las recordaba, olía tu cabello largo y lacio, me excitaba, peo había que mantener la calma, te imaginaba sonreír con esos labios gruesos y frescos, y seguía acariciando tus nalgas, algunas veces intentaba llegar de nuevo a tu ombligo pero no quería despertarte, así perfecta y calmada con unos ronquidos muy suaves e intermitentes, solo cuando estaban me animaba tocarte, era la garantía de que dormías, a veces apenas perceptibles y sabía que era el momento, tu sueño era profundo, cuando te acurrucabas, mejor, me quedaba quieto muy quieto con mi mano apenas rozando tu nalga, que preciosa mujer, tanta irá detenida por tu sueño... Y mi mano en tu nalga hermosa, yo comenzaba a recordar el pasado a tu lado, tus momentos en los que yo había estado dentro de ti y me enorgullecía, y mi mano en tu nalga... A veces entre tus nalgas buscaba algún vellito, esos que tanto me gustaban, terciopelo afrodisíaco, a veces me inclinaba un poco y olía tus nalgas... Algunas pocas muy pocas veces me descubriste y cogimos un poco, después esperaba a que te volvieras a dormir para poner mi mano en tu nalga otra vez... Me quedaba dormido retorciéndome, hasta el otro día... Esas noches el miedo se iba...
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